martes, abril 21, 2009

De Mayor..

¿Alguna vez has tratado de correr hasta que tus energías se hayan agotado y solamente te quede la respiración exaltada, entonces llegue un huracán y se la lleve? Hoy fui el huracán.
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Los seres humanos somos un cúmulo de ideas que transitan en todas direcciones, y como consecuencia directa de todos estos choques deberíamos ser más tolerantes y nuestra capacidad de adaptación al constante cambio un requisito obligado en el currículo de cada uno de nosotros, ¿entonces porqué la intransigencia sigue aquejando a nuestra sociedad?. Escuché todo lo anterior sin pestañear en lo más mínimo, sabía que él tenía razón, de hecho toda la razón, pero ese tema no me merecía interés, tuve otras prioridades antes que preocuparme por un par de vecinos racistas, homofóbicos o fanáticos de cualquier culto. Deberíamos ir al antro hoy, sugerí, noté su reacción molesta por mi desinterés, en respuesta lo abracé. Nadie que limite la libertad de ser quien eres debe ser escuchado, cualquiera que sean sus motivos; sentencié y di señal de que el tema había terminado, al menos para mí.
Llegamos al bar tan puntuales como siempre y estuvimos bailando ubicados en el lugar acostumbrado: cerca de la barra, lejos del baño y en centro de la pista. Lo mejor de la noche sería que nos encontraríamos con un viejo amigo, ex pareja, nos divertiríamos hasta salido el sol y quizás si la suerte nos acompañase tendríamos sexo con algún desconocido; todo según lo acordado. El viejo amigo aviso con un mensaje de texto que no podría acompañarnos, el hecho no bajaría nuestros ánimos aunque no fue así a pesar de mis intentos. A él le seguía inquietando sobremanera el tema de la intolerancia, habló de un artículo que leyó en el periódico días antes. Es imposible creer que en la actualidad existan personas tan cegadas, con eso inicio su comentario para terminarlo así: pero confió que pronto cambie la imagen que tienen de nosotros, pues no somos malos ¿verdad?
Dudé en mi respuesta, decidí no contestar y disimulé saludando a un conocido. Insistió en que le diera una respuesta, salimos a conversar al patio para evitar el bullicio del lugar. Sí, si somos malos le dije, pero no tiene nada que ver con nuestra preferencia sexual puntualicé. ¿Todos tenemos el libre albedrío no? Pues simplemente algunos vemos el lado obscuro más atractivo, y eso no discrimina a heterosexuales, -ja. Reí y aproveche para intercambiar miradas con un extraño.

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En ocasiones me imagino bailando abrazado a él, dejo que guie mis pasos, le cuento sobre mis planes juntos, de los viajes que nos faltan por hacer y lo mucho que lo extrañé mientras aparecía en mi vida, él, el indicado.

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Un sentimiento de tristeza invadía sus ojos mientras daba respuesta a sus preguntas, entendí de inmediato lo que sentía. La empatía no era un casualidad, desde hace tiempo que vengo sintiéndome de esa manera. Preguntándome si acaso existe “el indicado” o si algún nuestros caminos habrán de cruzarse. El no lo sabe, pero no tengo respuestas a sus preguntas, no las que me gustaría decirle y escuchar a la vez. Solamente lo que creo, siento y pienso. Que no somos raros, enfermos o malas personas. Que nuestra decisión de llevar una vida diferente a la mayoría no nos aleja de la “normalidad”, pues, ¿quién es normal al final del día?, pero también dudo y me siento solo. El miedo me carcome por dentro y cuando quiero gritar enmudece mis labios. Me encuentro en la mañanas, muchas de ellas triste, y otras tantas con una afán de huir a un mundo nuevo.

Callé por unos minutos mientras trataba de explicarme a mí mismo, que el hecho de no tener pareja venía molestando ya de tiempo atrás pero que en realidad no era ese mi problema, antes debía resolver otros asuntos. Venía escondiéndome durante un largo tiempo hasta de mi, entonces mi reciente “salida del closet”, me tenía inquieto, una pareja no llega así como así, y yo debía centrarme en conocerme, aceptarme como homosexual y dejar de ser intolerante conmigo. El primer homofóbico que me he topado en el camino he sido yo. Mientras eso no cambie no tendré avances en mi vida. Respiré profundo y le dije: en adelante camino solo.
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¿Has despertado con la conciencia de que algo que no puedes explicar sucedió la noche anterior, pero tu única prueba de ello son tus emociones?

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Hace tiempo que acepté ser su amigo, y ahora trato de convencerme que terminar con su amistad es lo mejor para mí, y ya lo extraño. Él hacia los días llevaderos y menos solitarias las noches. No ha pasado la primera noche y siento que un hueco el lado izquierdo del pecho va disminuyéndose. Es una rara sensación de confort y tristeza.
Mis ojos brillan, lo sé por el espejo que tengo enfrente me ha regalado su destello, le pregunto que si lo ha visto, no me responde pues se ha ido. Se pierde entre todos, busca un nuevo compañero, un pinchazo en mi estómago me advierte los celos que estoy sintiendo pero luego se van y los sustituye el aleteo de miles de mariposas. Regreso la mirada al espejo, me noto apacible, pienso que nuestra amistad posiblemente no haya terminado. Él necesita más de mí, pero yo no quiero necesitarme más a él, me niego.
Me divierte verle coquetear a los menores y ser rechazado por lo que ya se han aceptado…

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¿Cuánto tiempo se puede ser amigo del miedo?