miércoles, marzo 19, 2008

Amor tras las rejas. (Novela corta) [Búsquese pañuelo antes de leerla]

Todo parecía unirles, el universo mismo conspiró para crearles un presente común, así pues fueron reunidos por una simple causalidad. La soledad que ambos compartían los llevaba por caminos un tanto distantes, siendo de esa manera hasta el día en que ella murió. Quién diría que la muerte de uno pudiera significar nueva vida para dos más.

Laura conoció a Ignacio desde infancia, aunque nunca fueron amigos, vivieron como vecinos en un unidad habitacional hasta que Ignacio abandono la casa de sus padres al cumplir la mayoría de edad. Laura e Ignacio tuvieron una adolescencia sin tantos avatares más que los atribuibles a dos jóvenes con hormonas en desarrollo. Laura no perdió la virginidad sino hasta después del matrimonio e Ignacio antes de los dieciocho años.

Rogelio está ahora en la cárcel, acusado de homicidio, purga una pena a cadena perpetua. Inocente, como muchas de las victimas del sistema penal de un país tercermundista, se ha resignado a pagar por un crimen que no cometió. La falta de recursos económicos en parte le han condenado, aunque a decir verdad son distintos los motivos por los cuales se ha confesado culpable.

La añoranza por años pasados que Ignacio sentía, sumada a la resiente ruptura de su relación, lo hicieron acudir al lugar que anos antes lo vio crecer. Buscarse entre las paredes del viejo edificio le resultaba mas útil que perderse en sí mismo tratando de encontrar explicaciones del porqué le habían abandonado. En el rencuentro con los recuerdos se encontró con Laura, ella ya no era la misma adolescente dulce y soñadora. Contó a Ignacio que se había casado con su único novio pero que el matrimonio había fracasado. Todo demostró a Ignacio que, cuando deliberadamente supuso que ella no era feliz, tuvo razón Aunque la curiosidad de Ignacio era mucha, mayor fue su prudencia y decidió no preguntar más.

Las visitas de Ignacio fueron cada vez mas frecuentes originando por consecuencia una amistad con Laura. Ella le habló de sus problemas con Rogelio y confesó que el final de su matrimonio estaba totalmente ligado a las preferencias sexuales de su exmarido. Laura encontró a Rogelio en la cama con otro hombre, aunque ella intento perdonarle no pudo hacerlo. Exigió el divorcio y ahora sufría una soledad desquiciante.

Rogelio no era ajeno para Ignacio, aunque solo por fotografías le conocía, pues tenía mucho en común con su expareja. Ignacio prefirió no contarle sobre sus preferencias a Laura. Pensando en que sería lo mejor ocultó su pasado nombrando a su expareja con nombre de mujer. La soledad de Laura la hizo confundir la amistad que Ignacio de brindaba, enamorándose de él y fijando todas sus esperanzas en una posible relación.

Ignacio recibió la llamada de Laura una tarde de sábado invitándolo a cenar, esa misma tarde recibió también una llamada de su ex pidiendo una segunda oportunidad. Ignacio pensó en revelarle a Laura la verdad y darse una nueva oportunidad. Cuando llegó a casa de Laura, ésta se encontraba muerta. Ignacio y Rogelio se encontraron por primera vez. La policía no tardo en acudir pues los vecinos avisaron de unos disparos. El arma se encontraba en manos de Rogelio, a pesar de que él no la había disparado. Ignacio describió lo visto a los policías: “cuando abrí la puerta me encontré con éste hombre con el revolver en mano y Laura muerta, tirada en el piso”. La declaración de Ignacio condenó a Rogelio sin derecho a investigación.


Dionisio e Ignacio pasaron la noche juntos, tratando de encontrarse y regalarse otra oportunidad. Los ojos de Dionisio reflejaban culpa, culpa que al pasar de los meses terminó nuevamente con la relación. Esta sería para siempre, se juró Ignacio, decidido a despojarse de todo lo relacionado con Dionisio vació los cajones y tiró todo lo relacionado a él. Sorpresa. En un libro encontró una fotografía de Dionisio y Rogelio. Laura sabía de la existencia de Dionisio y no por las conversaciones que con Ignacio mantenía…


Rogelio recibió la visita de Ignacio un lunes por la tarde. La revocación de la sentencia les ha sido negada por un par de veces. Ignacio no deja de visitarle, ahora son pareja. A Dionisio se lo ha tragado la tierra. Las campañas de Ignacio por conseguir un indulto y baja de pena, o el perdón total se ven ensombrecidas por la preferencia sexual de ambos. Ignacio y Rogelio se han convertido en una bandera para miles de personas que sufren de discriminación en un país en donde ser pobre o diferente significa ser un criminal.

jueves, marzo 13, 2008

De noches de luna (eclipsada), mariposas de fuego y otras imitaciones del amor…

Del inquieto mar.

Es mal de ojo lo que tiene el muchacho, decía mi nana cuando alguno de nosotros pasaba la noche intranquilo, llorando. El llanto que él profería esa noche de invierno fue muy diferente al que yo le conocía, no era como aquel que hubo la noche en que nos conocimos, y está muy lejos de ser parecido a aquél llanto que compartimos cuando terminamos lo nuestro. La nana, en su extensa sabiduría, también decía que el llanto de un hombre puede llegar a taladrar los odios de quien lo escuche y nunca salir de allí; entre muchas otras cosas, cuando el llanto viene de un dolor profundo su sonido es especial: como una música sin ritmo o el rugir de una bestia agonizante.

Llevo noches escuchando aún el rugir de esa bestia, han menguado mis ganas de salir y divertirme, mantengo las ventanas y cortinas cerradas, la oscuridad me reconforta como nunca antes, las paredes con signos que pretendes ser escritos en clave descifrando un mal augurio, todo anda mal estos días. Las noticias anuncian que en pocas horas un huracán tocará tierra, los lugareños debemos evacuar, creo que ya lo hicieron todos excepto yo. Nada tiene que ver con el eclipse de luna que está por ocurrir, según aseguran los meteorólogos, pero yo opino lo contrario. Encontré ayer por la mañana, junto con muchos recuerdos, la fotografía que nos tomamos en el muelle, nuestra última fotografía juntos.



De las alas de fuego.

Él no gustaba mucho de la fotografías, eso si lo teníamos en común, así que cuando se fue me las dejó todas. Las guardé con la intención de un día tirarlas al mar. Sería el día que me olvidara de él y no significaran nada para mí. Luego pensé que el mar no merecía ser contaminado con los recuerdos de un amor eclipsado. Quemarlo todo era una mejor opción. ¿Cómo se pueden acumular tantos recuerdos?

Aunque mi comportamiento, actualmente, dista mucho de los cánones de la “normalidad” he tratado mantener una rutina que me de cierto aire de estabilidad. Ese sonido que taladra mis odios deja poco tiempo para hacer planes de una vida futura. Malgasto mis días escudriñando entra las habitaciones la historia que me trajo hasta aquí. El crujir de las paredes me avisa de la cercanía de algunos recuerdos, y si tengo mejor suerte, de pronto encuentro uno que otro trozo de papel con contenidos como los siguientes:

“Si pensaba que todo cuento de hadas inicia de manera correcta con “érase una vez…” y termina con “vivieron felices para siempre”, pronto tuve que olvidarlo y cambiar toda idea al respecto para sustituirlas por frases que me vinieran mejor.”

“La vida no pinta bien, la situación es ya muy precaria y con el alza de los precios cada día se convertía en una lucha por sobrevivir. Las tiendas departamentales dejaron de ser destino turístico y la carne quedó fuera de mi menú por tiempo indefinido.”

“Una vieja libreta, un par de lápices y miles de ideas en la cabeza lo acompañaban, era un poeta. Poeta menor entre una lista interminable de aspirantes a ocupar el lugar de Sabines, Neruda, Borges o Benedetti; con una notable diferencia: los primeros pretenciosos y los segundos consagrados. Falsos y torpes poemas tratan de imitar lo ya escrito por los grandes, y mas allá de ser solo una mala copia, carecen de inspiración. Escasos recuerdos y una herida en la muñeca menguan la dedicación para escribir.”

“Fue donde a todo ocurrió tratando de encontrar solución, buscó entre las estrellas algunos recuerdos que ayudaran a renovar la inspiración y solamente encontró un cielo vacío. Pero en su pecho aún había cenizas, huellas de un amor aniquilado por el viento, y entonces recordó que para él en lunas pasadas, existió un “érase una vez…”.”

Sin explicación lógica para la razón los trozos de papel se incendiaban después de ser leídos, no sin antes volar por las habitaciones como mariposas con alas de fuego.


De las lunas.

El cielo ha sido muy egoísta y se ha negado a mostrarme a la luna, y últimamente mis conversiones han sido con un cielo gris obscuro que no hace más que llorar. Cuando había inspiración la luna acompañaba nuestras noches y velaba de nuestros sueños. Ahora que solo hay oscuridad los sueños mueren y el hedor a podredumbre es cada vez más fuerte. El olor a culpa no se quita ni con lejía, me dijo la nana cuando robé de casa de mi primo un par de juguetes, hoy el olor a culpa a desecho mis fosas nasales.

[Se escucha desde la T.V.: el huracán ha tocado las playas de…. crash…shhshh…]

Los finales siempre son inevitables. Ya no escucho ningún llanto, y por fin el cielo parase estar despejándose, desgraciadamente no podré ver jamás a la luna. Los gusanos se han comido mis ojos. El mar no me ha llevado con él, me volvió loco con ese llanto encolerizado, me enterró en vida en mi propia casa y se burló de mi cuanto pudo. ¿Qué daño hice al enamórame de él?

Los susurros que me negué a escuchar lo advertían, “ese hombre es del mar y un pacto en noche de luna han celebrado, y solo en noche de eclipse de luna podrán liberarse”, “primero al hombre han de matarle para que regrese libreado cuando el elipse esté consumado”. “El amante del mar a un hombre a encontrado y de él se ha enamorado, pobre del hombre aquel que sus ojos ha puesto en quien su vida ha condenado”.

He perdido toda cordura, y no sé si fui yo quien con el mar, una noche luna, amarle eternamente ha pactado.

miércoles, marzo 05, 2008

Vestido para mamar. (Recortes del diario de un desconocido)

Si, suena muy obsceno el titulo. La historia que les contaré lo es aun más. EL sábado pasado salí a bailar con un amigo, los dos nos aconsejamos sobre como vestirnos para hacer nuestra la noche. Me enfundé en pantalón DKNY ajustado, una camisa corte vaquero roja (no se la marca), mis tenis Puma rojos, un cinto blanco con un alacrán en la hebilla. Me sentía cómodo y eso lo reflejaba, a pesar de que al principio el atuendo me parecía de lo más gay pues un sombrero rojo completaba el atuendo. Recordé el look de Madonna en Music y decidí que le haría un homenaje. La actitud correcta me facilitó atrapar algunas miradas, sin embargo no me garantizó que el final de la noche saldría con ligue. No busqué conquistar a nadie, era “noche de chicas” según mi amigo.

La fiesta, por órdenes del municipio, se terminó a las dos de la mañana. Así que como buenas “lobas” nos fuimos de cacería. ¡Oh, error! En una esquina recogimos a este tipo que de lejos daba buena pinta. Se subió al carro bajo la advertencia de mi amigo que era solo placer por placer, no entendí. Existe gente que el dinero le hace placer, ese fue su caso. Antes de decidirse a decirnos que cobraba tuvimos un encuentro sexual. No penetración, jamás, sexo oral. Que asco.

Mi amigo me cambió el lugar, yo iba manejando y quien necesitaba el encontronazo o aventura sexual era yo, según él. Ya estando con este tipo en el asiento trasero de mi carro me arrepentí, ¿qué hacia yo ahí? Nunca me imaginé que terminaría buscando sexo en las calles, me dí asco, pero no me fui, me quedé y trate de pasarla bien por propio consejo. Además no me vería como un tonto ante mi amigo. El tipo me daba asco y traté de pensar se trataba de otra persona, no levanté la mirada y me dediqué a lo mío. Nada. Si resultados. Pasaron unos minutos y pare lo que hacia. El tipo aprovechó para sutilmente mencionar su tarifa, lo cual me causó mucha gracia, me reí, pedí a mi amigo parara el carro y lo bajara.

Tuvimos que dejar al tipejo ese en dónde lo recogimos, yo quise dejar ahí también mi vergüenza pero no pude. La cargué toda la noche y días después. No es que sea un mocho conservador y miembro de la liga de la decencia, pues estoy muy alejado de eso. La neta la aventura me parece cotorra y que mucha falta me hacia es cierto. Pero no es lo que busco, no es lo que quiero. Es posible que no sepa que quiero, la neta, pero lo que no quiero eso si lo sé y muy bien. No quiero andar de uno a otro, y que me importa no ser experto en la cama o contra historias de desenfreno sexual. Cambiaria todo por un cabrón que me abrazara en el cine mientras vemos una película de terror.

Hoy me río de aquella noche, y la cuento ya sin complejo alguno. Todo deja un aprendizaje y se que buscar amor fingido no es lo mío. Yo sigo buscando los “vivieron felices”, si, por que creo en ellos. Estoy seguro que un día voy a caminar con él por las calles que hoy transito a solas, pronto vamos a disfrutar las aburridas de las conversaciones y a compartir lo mas importante de nuestras vidas. ¿Sería el tipo ese mi destino?

Labios cereza.


La distancia que debía recorrer para dirigirse de su casa al panteón, fue por mucho tiempo mayor que la distancia que existía entre su locura y la razón. Las calles que había que recorrer para se encontraban ya relacionadas con muchos recuerdos, algunos de infancia y los mas tristes de días pasados. El cementerio es simple en su construcción; y además de los antepasados y demás familiares allí sepultados solo un recuerdo lo hacia visitarlo. Una noche antes dos oraciones mal recitadas, más por olvido que por falta de fe, fueron testigos de su arrepentimiento.

Castigarse por actos pasados no resulta sano, le dije en una de nuestras conversaciones. Hablar con él era una actividad que evitaba y una amistad nunca la tuvimos. Siempre fuimos tan diferentes, él tenía labios color cereza y sueños rosas, por mi parte puedo decir que nunca antes soñé sino hasta conocerle. Las diferencias radicaban en que ambos resultábamos ser el opuesto del otro, yo social y atrevido, él introvertido y aburrido. Lo recuerdo también confiado, infantil y despistado.

Corría como si tratara de escapar de alguien, la expresión de su rostro me quedó gravada como tatuaje y la agitación de su respiración aún puedo escucharla. En mi vida había visto a una persona tan asustada. El atardecer le daba un tono de tragedia a los acontecimientos que sucedían, recuerdo a la abuela comentar que los colores ocres y bronces del atardecer se deben a la sangre que tiñe al cielo; no recuerdo la justificación, no escuché la conclusión del comentario aunque después tuve mi propia explicación al respecto. Él seguía corriendo, yo sabía su rumbo, a dónde y porqué quería llegar, y no lo quise seguir.

En una de tantas noches juntos conocimos a Osiris, caminábamos por la calle y de pronto un auto nos alcanza, una invitación a dar la vuelta a la que le siguieron dos años de relación. Era una relación perfecta para un trío, y así lo fue. Pasado un año no enteramos que estaba casado, para mi no era un problema pues la aventura me resultaba mas excitante, en cambio para él la noticia venia a cambiar todo el panorama. Él estaba enamorado, claro, era de esperarse en un chico que todo el tiempo estuvo buscando pareja. Que tonto, pensé. Alguna vez me dijo que no tenia corazón, y es verdad, no lo tengo por que se él siempre lo tuvo consigo.

La noticia del accidente y muerte de Osiris nos llegó con semanas de retraso, de principio no lo buscamos por que se encontraba de vacaciones familiares, la nota del periódico informaba que el choque automovilístico sucedió en la esquina de la librería que visitábamos con frecuencia. Tan sorprendente como esa nota fue la visita de su esposa.
La señora vino a entregarnos un libro, destinatario: Labios cereza.

La reunión fue de lo mas incomoda, basta con decir que la señora insistió en conocer detalles íntimos de quien dijo murió siendo un extraño para ella. Él se mantuvo inerte mientras yo en mi descaro enteraba a la viuda de las aventuras de su marido, era mi venganza por abandonarme, por olvidarme y preferirlo a él.

La distancia entre nosotros fue cada vez mayor, no lo seguiría al panteón. Jamás me ha gustado visitar los panteones. El origen del color rojizo del cielo ahora lo entendía. De pronto y sin explicación lógica el desgarre de mi pecho desaparecía y el sonido del llanto era mas fuerte, me vi en él, me sentí parte de él. Morir de desamor no me sucedería, siempre temí morir de esa manera, moriría de amor. Pero en la vida no siempre es lo que queremos. Labios cereza ha muerto, lo acepté hasta apenas ayer. Es extraño que no haya una tumba a la cual ir a visitarle.

Te preguntarás porqué estoy ahora aquí, en el panteón, visitando tu tumba. Han pasado ya quince años, lo sé. Créeme que lo sé. Han sido mis peores quince años, nadie los pasaría bien en cárcel, eso es seguro. Estuve en un hospital psiquiátrico, cuentan que me encontraron llorando aquí mismo, en tu tumba, que en mi arrepentimiento confesé que fui yo quien cortó los frenos de tu auto. Él siempre tan débil que debí hacerlo yo. ¿Pero qué crees?, nunca hubo un él, siempre fui yo. Trastorno de personalidad múltiple, según lo médicos. Yo digo que es no tener nada que hacer.


-Mujer desconocida: Joven, ¿Conoció a usted a mi hijo?
-Osiris: Perdón.
- Mujer desconocida: ¿Qué si usted conoció a mi Rubén?
-Osiris: ¿Rubén?
- Mujer desconocida: Ésta es la tumba de Rubén.
- Osiris: ¡Qué hermosos labios cereza tiene usted!

La razón es tan desconocida para el amor, como el amor para razón.