Todo parecía unirles, el universo mismo conspiró para crearles un presente común, así pues fueron reunidos por una simple causalidad. La soledad que ambos compartían los llevaba por caminos un tanto distantes, siendo de esa manera hasta el día en que ella murió. Quién diría que la muerte de uno pudiera significar nueva vida para dos más.
Laura conoció a Ignacio desde infancia, aunque nunca fueron amigos, vivieron como vecinos en un unidad habitacional hasta que Ignacio abandono la casa de sus padres al cumplir la mayoría de edad. Laura e Ignacio tuvieron una adolescencia sin tantos avatares más que los atribuibles a dos jóvenes con hormonas en desarrollo. Laura no perdió la virginidad sino hasta después del matrimonio e Ignacio antes de los dieciocho años.
Rogelio está ahora en la cárcel, acusado de homicidio, purga una pena a cadena perpetua. Inocente, como muchas de las victimas del sistema penal de un país tercermundista, se ha resignado a pagar por un crimen que no cometió. La falta de recursos económicos en parte le han condenado, aunque a decir verdad son distintos los motivos por los cuales se ha confesado culpable.
La añoranza por años pasados que Ignacio sentía, sumada a la resiente ruptura de su relación, lo hicieron acudir al lugar que anos antes lo vio crecer. Buscarse entre las paredes del viejo edificio le resultaba mas útil que perderse en sí mismo tratando de encontrar explicaciones del porqué le habían abandonado. En el rencuentro con los recuerdos se encontró con Laura, ella ya no era la misma adolescente dulce y soñadora. Contó a Ignacio que se había casado con su único novio pero que el matrimonio había fracasado. Todo demostró a Ignacio que, cuando deliberadamente supuso que ella no era feliz, tuvo razón Aunque la curiosidad de Ignacio era mucha, mayor fue su prudencia y decidió no preguntar más.
Las visitas de Ignacio fueron cada vez mas frecuentes originando por consecuencia una amistad con Laura. Ella le habló de sus problemas con Rogelio y confesó que el final de su matrimonio estaba totalmente ligado a las preferencias sexuales de su exmarido. Laura encontró a Rogelio en la cama con otro hombre, aunque ella intento perdonarle no pudo hacerlo. Exigió el divorcio y ahora sufría una soledad desquiciante.
Rogelio no era ajeno para Ignacio, aunque solo por fotografías le conocía, pues tenía mucho en común con su expareja. Ignacio prefirió no contarle sobre sus preferencias a Laura. Pensando en que sería lo mejor ocultó su pasado nombrando a su expareja con nombre de mujer. La soledad de Laura la hizo confundir la amistad que Ignacio de brindaba, enamorándose de él y fijando todas sus esperanzas en una posible relación.
Ignacio recibió la llamada de Laura una tarde de sábado invitándolo a cenar, esa misma tarde recibió también una llamada de su ex pidiendo una segunda oportunidad. Ignacio pensó en revelarle a Laura la verdad y darse una nueva oportunidad. Cuando llegó a casa de Laura, ésta se encontraba muerta. Ignacio y Rogelio se encontraron por primera vez. La policía no tardo en acudir pues los vecinos avisaron de unos disparos. El arma se encontraba en manos de Rogelio, a pesar de que él no la había disparado. Ignacio describió lo visto a los policías: “cuando abrí la puerta me encontré con éste hombre con el revolver en mano y Laura muerta, tirada en el piso”. La declaración de Ignacio condenó a Rogelio sin derecho a investigación.
Dionisio e Ignacio pasaron la noche juntos, tratando de encontrarse y regalarse otra oportunidad. Los ojos de Dionisio reflejaban culpa, culpa que al pasar de los meses terminó nuevamente con la relación. Esta sería para siempre, se juró Ignacio, decidido a despojarse de todo lo relacionado con Dionisio vació los cajones y tiró todo lo relacionado a él. Sorpresa. En un libro encontró una fotografía de Dionisio y Rogelio. Laura sabía de la existencia de Dionisio y no por las conversaciones que con Ignacio mantenía…
Laura conoció a Ignacio desde infancia, aunque nunca fueron amigos, vivieron como vecinos en un unidad habitacional hasta que Ignacio abandono la casa de sus padres al cumplir la mayoría de edad. Laura e Ignacio tuvieron una adolescencia sin tantos avatares más que los atribuibles a dos jóvenes con hormonas en desarrollo. Laura no perdió la virginidad sino hasta después del matrimonio e Ignacio antes de los dieciocho años.
Rogelio está ahora en la cárcel, acusado de homicidio, purga una pena a cadena perpetua. Inocente, como muchas de las victimas del sistema penal de un país tercermundista, se ha resignado a pagar por un crimen que no cometió. La falta de recursos económicos en parte le han condenado, aunque a decir verdad son distintos los motivos por los cuales se ha confesado culpable.
La añoranza por años pasados que Ignacio sentía, sumada a la resiente ruptura de su relación, lo hicieron acudir al lugar que anos antes lo vio crecer. Buscarse entre las paredes del viejo edificio le resultaba mas útil que perderse en sí mismo tratando de encontrar explicaciones del porqué le habían abandonado. En el rencuentro con los recuerdos se encontró con Laura, ella ya no era la misma adolescente dulce y soñadora. Contó a Ignacio que se había casado con su único novio pero que el matrimonio había fracasado. Todo demostró a Ignacio que, cuando deliberadamente supuso que ella no era feliz, tuvo razón Aunque la curiosidad de Ignacio era mucha, mayor fue su prudencia y decidió no preguntar más.
Las visitas de Ignacio fueron cada vez mas frecuentes originando por consecuencia una amistad con Laura. Ella le habló de sus problemas con Rogelio y confesó que el final de su matrimonio estaba totalmente ligado a las preferencias sexuales de su exmarido. Laura encontró a Rogelio en la cama con otro hombre, aunque ella intento perdonarle no pudo hacerlo. Exigió el divorcio y ahora sufría una soledad desquiciante.
Rogelio no era ajeno para Ignacio, aunque solo por fotografías le conocía, pues tenía mucho en común con su expareja. Ignacio prefirió no contarle sobre sus preferencias a Laura. Pensando en que sería lo mejor ocultó su pasado nombrando a su expareja con nombre de mujer. La soledad de Laura la hizo confundir la amistad que Ignacio de brindaba, enamorándose de él y fijando todas sus esperanzas en una posible relación.
Ignacio recibió la llamada de Laura una tarde de sábado invitándolo a cenar, esa misma tarde recibió también una llamada de su ex pidiendo una segunda oportunidad. Ignacio pensó en revelarle a Laura la verdad y darse una nueva oportunidad. Cuando llegó a casa de Laura, ésta se encontraba muerta. Ignacio y Rogelio se encontraron por primera vez. La policía no tardo en acudir pues los vecinos avisaron de unos disparos. El arma se encontraba en manos de Rogelio, a pesar de que él no la había disparado. Ignacio describió lo visto a los policías: “cuando abrí la puerta me encontré con éste hombre con el revolver en mano y Laura muerta, tirada en el piso”. La declaración de Ignacio condenó a Rogelio sin derecho a investigación.
Dionisio e Ignacio pasaron la noche juntos, tratando de encontrarse y regalarse otra oportunidad. Los ojos de Dionisio reflejaban culpa, culpa que al pasar de los meses terminó nuevamente con la relación. Esta sería para siempre, se juró Ignacio, decidido a despojarse de todo lo relacionado con Dionisio vació los cajones y tiró todo lo relacionado a él. Sorpresa. En un libro encontró una fotografía de Dionisio y Rogelio. Laura sabía de la existencia de Dionisio y no por las conversaciones que con Ignacio mantenía…
Rogelio recibió la visita de Ignacio un lunes por la tarde. La revocación de la sentencia les ha sido negada por un par de veces. Ignacio no deja de visitarle, ahora son pareja. A Dionisio se lo ha tragado la tierra. Las campañas de Ignacio por conseguir un indulto y baja de pena, o el perdón total se ven ensombrecidas por la preferencia sexual de ambos. Ignacio y Rogelio se han convertido en una bandera para miles de personas que sufren de discriminación en un país en donde ser pobre o diferente significa ser un criminal.