miércoles, marzo 05, 2008

Labios cereza.


La distancia que debía recorrer para dirigirse de su casa al panteón, fue por mucho tiempo mayor que la distancia que existía entre su locura y la razón. Las calles que había que recorrer para se encontraban ya relacionadas con muchos recuerdos, algunos de infancia y los mas tristes de días pasados. El cementerio es simple en su construcción; y además de los antepasados y demás familiares allí sepultados solo un recuerdo lo hacia visitarlo. Una noche antes dos oraciones mal recitadas, más por olvido que por falta de fe, fueron testigos de su arrepentimiento.

Castigarse por actos pasados no resulta sano, le dije en una de nuestras conversaciones. Hablar con él era una actividad que evitaba y una amistad nunca la tuvimos. Siempre fuimos tan diferentes, él tenía labios color cereza y sueños rosas, por mi parte puedo decir que nunca antes soñé sino hasta conocerle. Las diferencias radicaban en que ambos resultábamos ser el opuesto del otro, yo social y atrevido, él introvertido y aburrido. Lo recuerdo también confiado, infantil y despistado.

Corría como si tratara de escapar de alguien, la expresión de su rostro me quedó gravada como tatuaje y la agitación de su respiración aún puedo escucharla. En mi vida había visto a una persona tan asustada. El atardecer le daba un tono de tragedia a los acontecimientos que sucedían, recuerdo a la abuela comentar que los colores ocres y bronces del atardecer se deben a la sangre que tiñe al cielo; no recuerdo la justificación, no escuché la conclusión del comentario aunque después tuve mi propia explicación al respecto. Él seguía corriendo, yo sabía su rumbo, a dónde y porqué quería llegar, y no lo quise seguir.

En una de tantas noches juntos conocimos a Osiris, caminábamos por la calle y de pronto un auto nos alcanza, una invitación a dar la vuelta a la que le siguieron dos años de relación. Era una relación perfecta para un trío, y así lo fue. Pasado un año no enteramos que estaba casado, para mi no era un problema pues la aventura me resultaba mas excitante, en cambio para él la noticia venia a cambiar todo el panorama. Él estaba enamorado, claro, era de esperarse en un chico que todo el tiempo estuvo buscando pareja. Que tonto, pensé. Alguna vez me dijo que no tenia corazón, y es verdad, no lo tengo por que se él siempre lo tuvo consigo.

La noticia del accidente y muerte de Osiris nos llegó con semanas de retraso, de principio no lo buscamos por que se encontraba de vacaciones familiares, la nota del periódico informaba que el choque automovilístico sucedió en la esquina de la librería que visitábamos con frecuencia. Tan sorprendente como esa nota fue la visita de su esposa.
La señora vino a entregarnos un libro, destinatario: Labios cereza.

La reunión fue de lo mas incomoda, basta con decir que la señora insistió en conocer detalles íntimos de quien dijo murió siendo un extraño para ella. Él se mantuvo inerte mientras yo en mi descaro enteraba a la viuda de las aventuras de su marido, era mi venganza por abandonarme, por olvidarme y preferirlo a él.

La distancia entre nosotros fue cada vez mayor, no lo seguiría al panteón. Jamás me ha gustado visitar los panteones. El origen del color rojizo del cielo ahora lo entendía. De pronto y sin explicación lógica el desgarre de mi pecho desaparecía y el sonido del llanto era mas fuerte, me vi en él, me sentí parte de él. Morir de desamor no me sucedería, siempre temí morir de esa manera, moriría de amor. Pero en la vida no siempre es lo que queremos. Labios cereza ha muerto, lo acepté hasta apenas ayer. Es extraño que no haya una tumba a la cual ir a visitarle.

Te preguntarás porqué estoy ahora aquí, en el panteón, visitando tu tumba. Han pasado ya quince años, lo sé. Créeme que lo sé. Han sido mis peores quince años, nadie los pasaría bien en cárcel, eso es seguro. Estuve en un hospital psiquiátrico, cuentan que me encontraron llorando aquí mismo, en tu tumba, que en mi arrepentimiento confesé que fui yo quien cortó los frenos de tu auto. Él siempre tan débil que debí hacerlo yo. ¿Pero qué crees?, nunca hubo un él, siempre fui yo. Trastorno de personalidad múltiple, según lo médicos. Yo digo que es no tener nada que hacer.


-Mujer desconocida: Joven, ¿Conoció a usted a mi hijo?
-Osiris: Perdón.
- Mujer desconocida: ¿Qué si usted conoció a mi Rubén?
-Osiris: ¿Rubén?
- Mujer desconocida: Ésta es la tumba de Rubén.
- Osiris: ¡Qué hermosos labios cereza tiene usted!

La razón es tan desconocida para el amor, como el amor para razón.

3 comentarios:

Unknown dijo...

"..Intento ponerle la cabeza al corazón y entonces ya te amo hasta el delirio..."
Estas historias de tan trágicas siempre serán grandes historias….te recomiendo ver “Le Fate Ignoratti” en ingles es “His Other Life”…te va a gustar seguro…

Muegano. dijo...

Wow! Como siempre, a mi me dejas mudo!! Felicidades! :)

Cynthja Gar-men dijo...

Orale, me gustó!
Y se me antojaron los labios cereza