Y llegaste a un lugar dónde no fuiste bien recibido.
El origen de muchas de nuestras discusiones radicaba, por sobre todo, en el hecho de que siempre quise tener la razón respecto a lo acontecido el día que nos conocimos. Ese día lo tengo perfectamente grabado en mi memoria; desde el primer rayo de sol en mi rostro hasta el último aliento de luna. Puedo recordar claramente el cantar de las aves, el ruido de los automóviles en la calle, las gotas de lluvia y el frío que vino después.
Enlistar mis defectos es mi virtud. Quererme poco, mi peor defecto.
Inesperadamente sucedió, sin aviso previo abriste la puerta a un mundo que no era el tuyo. Te obligaste a pertenecer, mudaste tus emociones a un cuerpo vacío y alquilaste, como se hace con un disfraz, una imagen de actor (protagonista) de telenovela en horario estelar. El papel de mártir te cansó y al vuelta de la historia, con bajo nivel de audiencia por cierto, cambiaste a ser el antagonista de un drama destinado al naufragio.
Quererte resultó tan complicado. Odiarte fue tan fácil que hasta olvidé como hacerlo.
El origen de muchas de nuestras discusiones radicaba, por sobre todo, en el hecho de que siempre quise tener la razón respecto a lo acontecido el día que nos conocimos. Ese día lo tengo perfectamente grabado en mi memoria; desde el primer rayo de sol en mi rostro hasta el último aliento de luna. Puedo recordar claramente el cantar de las aves, el ruido de los automóviles en la calle, las gotas de lluvia y el frío que vino después.
Enlistar mis defectos es mi virtud. Quererme poco, mi peor defecto.
Inesperadamente sucedió, sin aviso previo abriste la puerta a un mundo que no era el tuyo. Te obligaste a pertenecer, mudaste tus emociones a un cuerpo vacío y alquilaste, como se hace con un disfraz, una imagen de actor (protagonista) de telenovela en horario estelar. El papel de mártir te cansó y al vuelta de la historia, con bajo nivel de audiencia por cierto, cambiaste a ser el antagonista de un drama destinado al naufragio.
Quererte resultó tan complicado. Odiarte fue tan fácil que hasta olvidé como hacerlo.
No, dijiste con voz firme, y luego tajante terminaste mí relato añadiendo: el día que nos conocimos no hubo lluvia. Tampoco luna, respondí. Pintaba a ser nuestra ultima discusión en relación a lo no sucedido, pero no fue así. La verdad es que ambos mentimos, nos hemos ocultado de nosotros mismos que ahora es difícil reconocernos siquiera. Incluso siendo el mismo.
3 comentarios:
jijijijijji no se por que me reio... ya estoy mal de la cabeza??!.. noo, como dijo un amigo d elo que sean no amigos.. prepotentes pa que me entiendas.. "las personas que no estan cuerdas, estan en el manicomio".
:)
por que no cerrarlo en nos conocimos y ya?
Lo mas sano es cerrar el libro y buscar una lectura más placentera.
Hay millones de títulos donde elegir.
Bienvenido.
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