[Va para ti freakasfolk, tu blog me inspiró, gracias...]
Hace ya varios años que se cruzo en mi vida y aún le recuerdo. No tengo imagen de su rostro archivada en mi memoria pues nunca lo conocí, solo su cuerpo, su tan musculoso y perfecto cuerpo –al menos, así me pareció-. Fue una tarde de miércoles, de esas en las que gustaba estar fuera de casa, la tarde pintaba para ser como las anteriores: salir a pasear por la ciudad, observar los aparadores de tiendas comerciales, soñar con ser otra persona y posiblemente incluir en mis sueños a uno que otro extraño para no sentirme solo.
Ese día el calor era tan fuerte que se prestaba para usar pantalones cortos (shorts) y disfrutar el clima. Él lo hizo, usaba short de mezquilla, deshilachado, playera blanca y sin mangas, el atuendo dejaba ver que tenia un cuerpo cuidado, posiblemente gustaba de ir al gimnasio, eso pensé, los músculos de sus piernas despertaron en mi cierto interés pero no tanto como los de sus brazos. No recuerdo como fue exactamente que nos cruzamos en el andar, o si fue así, solo recuerdo que al verlo despertó mi libido, comencé a imaginarme nuestro primer encuentro sexual, si seria placentero y al final tendríamos una vida juntos. Suponerme un encuentro más cercano y real me animó a perseguirlo, entonces subí al mismo camión (trasporte colectivo) que él, estando ya camino a nuestro destino (su casa), me dedique a observarlo, completito al señor sin rostro, tan intensamente que sentía que mi corazón iba a abandonar mi pecho para refugiarse en el suyo. Sudaba, yo sudaba, mi grado de excitación era tan grande que llegue a pensar mi pene no cabía en mis pantalones (no por el tamaño, pues no presumo, era por la sangre que en él fluía) el torrente de sangre circulando por cuerpo me hacia sentir hermoso y me daba un aire de superioridad ante el resto de los pasajeros, encontrándome seguro de que en cualquier momento se daría cuenta de mi deseos por él.
Todo seguía un curso que ante mis ojos se vislumbraba favorable, victorioso. Aunque el no advirtió de mi presencia durante el tiempo transcurrido en el camión, yo imaginaba lo contrario, así pues llego el momento de dejar el viaje, el viaje del deseo, bajar del camión y caminar de frente al destino: nuestro esperado encuentro. Fui su sombra por la calle, estuve atento a sus pasos, no quería perderlo de vista y exigí a mis sentidos estar más despiertos. Mi deseo se incrementaba cada vez mas, incluso podría haberme corrido con solo escuchar su voz, el aroma que a su paso dejaba era casi imperceptible más no insuficiente para llenar mis pulmones de él, la percepción me supo engañar pues por instantes lo creí real, como si ya se hubiera escrito un pasado juntos, todo me parecía ya conocido. Seguía caminado y yo siendo su sombra.
Por fin llegamos, era una casa aparentemente desabitada, y caí en la cuenta de que no fui del todo imperceptible para él, en ese momento se encontraba revelándome que yo me encontraba ahí por que él así lo quiso, si mencionar palabra alguna y sin solicitarlo le seguí, fui su presa (ja ja, y yo que me creía el cazador), él tuvo un mejor plan. Yo lo sabía. La seguridad de que el me deseaba también me hizo desconcentrarme, me deje llevar por la emoción. Solo bastaron unos instantes y lo perdí, desapareció. Todo lo imaginado anteriormente se fue con él, todo fue cambiado por sentimientos de confusión y frustración. Mi cabeza se llenó de reclamos, ¿cómo pude perderle?, ¿en qué momento?. No encontré respuestas, solo una calle desierta, una casa vacía y mis deseos reprimidos. Estuve tentado en llamar a la puerta de esa casa, no lo hice. Me fui a casa y esa noche la dedique al señor sin rostro…
Ese día el calor era tan fuerte que se prestaba para usar pantalones cortos (shorts) y disfrutar el clima. Él lo hizo, usaba short de mezquilla, deshilachado, playera blanca y sin mangas, el atuendo dejaba ver que tenia un cuerpo cuidado, posiblemente gustaba de ir al gimnasio, eso pensé, los músculos de sus piernas despertaron en mi cierto interés pero no tanto como los de sus brazos. No recuerdo como fue exactamente que nos cruzamos en el andar, o si fue así, solo recuerdo que al verlo despertó mi libido, comencé a imaginarme nuestro primer encuentro sexual, si seria placentero y al final tendríamos una vida juntos. Suponerme un encuentro más cercano y real me animó a perseguirlo, entonces subí al mismo camión (trasporte colectivo) que él, estando ya camino a nuestro destino (su casa), me dedique a observarlo, completito al señor sin rostro, tan intensamente que sentía que mi corazón iba a abandonar mi pecho para refugiarse en el suyo. Sudaba, yo sudaba, mi grado de excitación era tan grande que llegue a pensar mi pene no cabía en mis pantalones (no por el tamaño, pues no presumo, era por la sangre que en él fluía) el torrente de sangre circulando por cuerpo me hacia sentir hermoso y me daba un aire de superioridad ante el resto de los pasajeros, encontrándome seguro de que en cualquier momento se daría cuenta de mi deseos por él.
Todo seguía un curso que ante mis ojos se vislumbraba favorable, victorioso. Aunque el no advirtió de mi presencia durante el tiempo transcurrido en el camión, yo imaginaba lo contrario, así pues llego el momento de dejar el viaje, el viaje del deseo, bajar del camión y caminar de frente al destino: nuestro esperado encuentro. Fui su sombra por la calle, estuve atento a sus pasos, no quería perderlo de vista y exigí a mis sentidos estar más despiertos. Mi deseo se incrementaba cada vez mas, incluso podría haberme corrido con solo escuchar su voz, el aroma que a su paso dejaba era casi imperceptible más no insuficiente para llenar mis pulmones de él, la percepción me supo engañar pues por instantes lo creí real, como si ya se hubiera escrito un pasado juntos, todo me parecía ya conocido. Seguía caminado y yo siendo su sombra.
Por fin llegamos, era una casa aparentemente desabitada, y caí en la cuenta de que no fui del todo imperceptible para él, en ese momento se encontraba revelándome que yo me encontraba ahí por que él así lo quiso, si mencionar palabra alguna y sin solicitarlo le seguí, fui su presa (ja ja, y yo que me creía el cazador), él tuvo un mejor plan. Yo lo sabía. La seguridad de que el me deseaba también me hizo desconcentrarme, me deje llevar por la emoción. Solo bastaron unos instantes y lo perdí, desapareció. Todo lo imaginado anteriormente se fue con él, todo fue cambiado por sentimientos de confusión y frustración. Mi cabeza se llenó de reclamos, ¿cómo pude perderle?, ¿en qué momento?. No encontré respuestas, solo una calle desierta, una casa vacía y mis deseos reprimidos. Estuve tentado en llamar a la puerta de esa casa, no lo hice. Me fui a casa y esa noche la dedique al señor sin rostro…
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